viernes, diciembre 31, 2010

Desde otra playa

Dejo el último día para los "balances" del año y eso hoy, el último día cuando caigo en la cuenta que me pasé todo el 2010 haciendo eso, balances. No de un año, ni de dos, sino veinte. Veinte años de sueños y anhelos, de reir y llorar, de pelar y resistir, de extrañar, de amar; toda mi vida desde el día en que "me fui".

Quizo este aniversario de nostalgias regalarme algo muy preciado en el final y esta noche, con las canas de veinte años a cuestas, mi copa encontrará la de mi hermano y juntos abrazaremos a los que nos abrazan desde otros sitios.



Miro al futuro desde otra playa y estoy lista para nuevos y grandes desafíos que se presentan; una nueva adolescencia comienza y sobrevivirla su reto, mientras el otro bicho se alista para dejar el nido...

Pasión y trabajo es lo que esta alma guerrera tiene para dar, lista está la artillería, y es que este año seguiréis todos ahí, justo donde os espero para acompañar mis días; el amor de los viejos, la familia de allí y de aquí, los amigos que, aunque sigan aumentando las distancias, siempre están conmigo, los compañeros de trabajo que me resisten en mis empeños y sí, esta vez cuento con él, algún amor que me guarde abrigo...


¡¡FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS!!





lunes, noviembre 15, 2010

Leer con luz de luna

Una ciberchica como yo, amante de gadgets y cacharritos electrónicos, podría tener una opinión algo diferente peeero, estoy con Perez Reverte.

Hace tiempo que me preguntan por el libro electrónico. Qué opino y cómo veo el futuro, la desaparición del papel, los formatos clásicos y demás. Siempre respondo lo mismo: me da igual, porque yo escribo lo que va dentro. Mi trabajo es ocuparme del contenido: contar historias y que la gente las lea. Del soporte se ocupan otros. Editores y gente así. Y, por supuesto, los lectores que recurren al medio que estiman conveniente. Estoy convencido de que, en un mundo razonable, la oposición entre libro de papel y libro electrónico no debería plantearse nunca. Lo ideal es que el segundo complemente al primero, llevándolo donde aquél no puede llegar. Como herramienta eficaz de trabajo, por ejemplo. O facilitando el acceso a asuntos menos afortunados en librerías convencionales: teatro, poesía, autores sin respaldo editorial, literatura bloguera, descargas y otros experimentos interesantes que el concepto clásico no favorece demasiado. Pero no es eso lo que se plantea. Al hablar de libro de papel y libro electrónico, lo usual es oponerlos. Obligarte a elegir, como siempre. O conmigo o contra mí. Y no es ésa la cuestión. Creo. El libro electrónico es práctico y divertido. Hace posible viajar con cientos de libros encima, trabajar consultándolos con facilidad, aumentar el cuerpo de letra o leer sin otra luz que la propia pantalla. Incluso los hay con ruido de pasar páginas cuando se va de una a otra «lo que no deja de ser una simpática gilipollez».

Además, mientras lees puedes zapear a tu correo electrónico, escuchar música, ver imágenes y cosas así. Todo muy salpicadito, multimedia. Cuando lees, por ejemplo, «Tienen, por eso no lloran / de plomo las calaveras», puedes ilustrarlo con la foto de guardias civiles que hizo Robert Capa, escuchar a Estopa, ver cómo va el Barça-Osasuna y mandar un emilio a tu churri anunciando que le vas a sorber el tuétano. Y ahí surge uno de los problemas. No con la churri, ni con García Lorca. Ni siquiera con la Guardia Civil. Surge cuando, en vez del Romancero gitano, lo que trajinas es el Oráculo manual y arte de prudencia de Gracián, Lord Jim o La Regenta. Entonces la atención necesaria se puede desparramar un poquito. Entre otras cosas. Porque leer no tiene nada que ver con eso. Me refiero a leer de verdad, en comunión estrecha con algo que educa tu espíritu, que te hace mejor y consciente de ti mismo. Que aporta lucidez, multiplica vidas, consuela del dolor, la soledad y el desamparo, aclara la compleja y turbia condición humana. Leer así requiere tiempo, serenidad concentrada, ritual. Cuando estás en ello, ni siquiera las bombas son capaces de romper el vínculo mágico. No hay comandante de avión que obligue a apagarlo para el aterrizaje, ni batería que te deje a medias; y si se funden los plomos, o como se diga ahora, el verdadero lector es capaz de seguir haciéndolo a la luz de una vela, de un encendedor, o a la luz de la luna llena reflejada en la arena de un desierto. Puestos a setas o a Rolex, aún hay más. He dicho que libro de papel y libro electrónico deberían ser complementarios; pero si me obligan a elegir, diré alto y claro que no hay color. Y que, llegado a ese extremo, la pantalla portátil me la refafinfla.

Estoy harto de toparme con pantallas en todas partes, hasta en el bolsillo, y me niego a transformar mi biblioteca en un cibercafé. Con un libro electrónico, sea El Gatopardo o El perro de los Baskerville, no puedo anotar en sus márgenes, subrayar a lápiz, sobarlo con el uso, hacerlo envejecer a mi lado y entre mis manos, al ritmo de mi propia vida. No hay cuestas de Moyano, ni buquinistas del Sena, ni librerías como las de Luis Bardón, Guillermo Blázquez o Michele Polak donde los libros electrónicos puedan ocupar sus venerables estantes y cajones. Nada decora como un buen y viejo libro una casa, o una vida. Ninguna pantalla táctil huele como un Tofiño, un Laborde o un Quijote de la Academia, ni tampoco como un Tintín, un Astérix o un Corto Maltés al abrirlos por primera vez. Ninguna conserva la arena de la playa o la mancha de sangre que permiten evocar, años después, un momento de felicidad o un momento de horror que jalonaron tu vida. Y déjenme añadir algo. Si los libros de papel, bolsillo incluido, han de acabar siendo patrimonio exclusivo de una casta lectora mal vista por elitista y bibliófila, reivindico sin complejos el privilegio de pertenecer a ella. Que se mueran los feos. Y los tontos. Tengo casi treinta mil libros en casa; suficientes para resistir hasta la última bala. Quien crea que esa trinchera extraordinaria, su confortable compañía, la felicidad inmensa de acariciar lomos de piel o cartoné y hojear páginas de papel, pueden sustituirse por un chisme de plástico con un millón de libros electrónicos dentro, no tiene ni puta idea. Ni de qué es un lector, ni de qué es un libro.
El Pais 15/11/2010, Patente de Corso, Arturo Perez Reverte


sábado, julio 10, 2010

Abandono?

Pues sí Toni, llevas razón, esto está muy abandonado. Las negociaciones sindicales con las musas no están teniendo mucho éxito, no llegan (rutina, mucho calor, conexión horrible, vamos...perrera) o se pasan, y termino dándole a la X a tantos post que no les pude soportar la emoción, léase esas entradas sobre de los veinte españoles años que llevo en la espalda que escribí y nunca vieron la luz. A la nostalgia también la tengo vedada, la mantengo a raya pero ante un mínimo descuido ufff....

Pensé en cambiarme a cosas más frívolas, el tiempo o la moda....naaaaaaa, esa no sería yo!

Los suecos también tienen algo de culpa en este silencio blogueril; hay unos cuantos que hacen una novela negra la mar de interesante y se confabulan para que consuma mi tiempo comiendo sus libros.

Busco, observo y pienso, y veo que este fin de semana y lo que venga detrás, la final del mundial disfrazará la realidad y no habrá sitio en los telediarios para recordar que medio pais está en paro o que se están llevando presos a nuestros corruptos gobernantes provinciales y quieta sangre!

En fin Toni, abandonado sí, pero no muerto. Si me quedas solo tú como lector, seguirá valiendo la pena compartir.

Un abrazo.

sábado, mayo 01, 2010

El privilegio de tener viejos poetas

Llegó mayo, el mes de las celebraciones. Cumpleaños y aniversarios, y todos ellos me inspiran a escribir y a compartir. Aunque ya se sabe, en esto de la inspiración siempre hace falta ese empuje que dan los sentimientos, pero de los "jevis". Calma, tranquilidad y rutina no te inspiran nada.

Ayer, tuve lo que necesitaba, una revolución emocional llegó envuelta en un sobre con sello de correos, si, si, a la antigua.

Y eso que sabía que llegaría. - Te mandaré unos recortes y unas revistas- dijo la mamma hace unos días.

Veo al cartero aparcar su moto frente a la oficina..."pero si ya trajo el correo ¿qué se habrá olvidado?" Y es que los carteros de mi barrio tienen ese detalle, las facturas y extractos del banco, los dejan en el buzón de mi bloque, pero las revistas de suscripción o lo que creen es importante, lo bajan a la ofi con cara de felicidad, asumiendo que tendré el mismo sentimiento. Ayer casi se lleva dos besos porque sin haber tocado aún su entrega, reconocí el puño y letra del remitente: MI MAMAAA!! grité, y salió el hombre más contento que unas castañuelas.

Lo dejé en la mesa, lo volví a levantar, lo giré en todas las direcciones posibles, lo vuelvo a dejar, sin percatarme de que estaba siendo observada por Angelita, que siempre adivina mis sentimientos, intuía mi reparo y dice: ábrelo, yo te cubro!
Lo hice, y...

La primera sensación fue recordar aquellos días del principio por estas tierras, con los infinitos paseos diarios a los buzones y la excitación, el corazón queriendo salirse cuando por fin encontraba una carta que venía del otro lado del océano.

Todavía estoy emocionada y presiento que va a durar.

Hace tanto que no comparto día a día con mis padres, tan lejos, y aún así, conocen cada punto sensible de mis fibras, y meten en un sobre pequeñas cosas, cosas simples, pero tan cargadas de símbolos, códigos nuestros, tan cargadas de amor.

Una tarjeta con Mafalda, un recorte que habla de Mediterraneo (la canción de Serrat), notas y reportajes sobre los 200 años de mi patria y ser los primeros en recordar mis 20 años. Todo habla de mí, de ellos y lo que somos. Podré escribir entradas en este blog con cada cosa.
Y fotos, cariñosas fotos posando para mi, fotos para estar con ellos todo el rato, fotos en las que puedo abrazarlos todo lo que no puedo abrazarlos.




Poetas, mis padres son poetas...y los quiero con locura.



Gracias viejos!





sábado, marzo 06, 2010

No de este mundo

Vuelvo a encontrarme este video que me mandó mi vieja hace un tiempo. Mis conocimientos de ballet y física, que dicho junto suena bastante raro, me permiten afirmar con mucha autoridad, que lo que hace esta china (coreana mamá, que es coreana! corrije la otra) no es de este planeta.




Ya podeis recoger la boca del suelo...