miércoles, julio 12, 2006

Hogar, dulce hogar

Probablemente, éste sea el último post antes de una pequeña desconexión por cambio de casa.

Jugando con la pereza que da tan sólo pensar en mudarse, hacía cálculos mentales y la próxima casa será la tercera desde donde me siente a escribir este cuaderno. La gente de Eshock dirá: Otra vez! Porque para ellos será la cuarta.

Para mis hijos será la octava...

Esta vida nómada, no siempre de mi elección, me ha hecho pensar en todos los sitios donde he encontrado "lumbre y vino" que, como diría Juan Manuel, es donde se tiene el hogar; y me salió una lista cuantitativa y por ciudades, que suena matemático, pero es normal, soy de ciencias.

Santa Fe, donde nací. Allí fueron dos casas, aunque solo recuerde la última.
En Mar del Plata, cuatro, y a pesar de los años y la distancia, allí siempre estará "mi casa".
Llegué a España y en Platja d'Aro pasé por cuatro casas, en un solo verano!
Luego una en Barcelona.
Tres casas de prestado en Alfaz del Pi.
En Inglaterra también fueron tres: Newick, Peaceheaven y Brighton.
Antes de mi incursión guiri, ya contaba un piso en Benidorm, y al volver, otro, aún solterita, con lo que sumando los de la vida en pareja y familiar, el Levante ya me vio posar el culo en diez casas y desde mañana once.

Y la suma llega a veintiocho.

A veces escucho gente que cuenta vivir en la casa de toda la vida, la que fue de sus padres y antes de sus abuelos, nunca se mudaron! Y no me dan envidia, por poco que me guste recoger el tenderete.

Se pierden muchas cosas al cambiar de casa. Te deshaces de cosas que luego te arrepientes. Pierdes costumbres.
Pero cada vez, en cada cambio, te echas a la espalda una mochila llena de experiencia. Y qué, sino la experiencia, hace rica una vida?